lunes, 12 de marzo de 2012

¿EL LUGAR MAS SEGURO?

Por: Raúl Mondragón

Hace algunos años escuche un sermón, que se titulaba "La iglesias no me dejan ver lo que he venido a ver". El predicador en su introducción listo, las crisis que acompañan a la humanidad desde hace siglos: La económica, alimentaria, demográfica, política, social, energéticas, etc.; y persuasivamente pregunto, “¿Sera que podemos salir de estas crisis? ¿Cuál es la mejor manera de prepararnos?, ¿Hacer acopio, meter dinero al banco, llenar el tanque de gasolina, o viajar a otros planetas?

Al mismo tiempo sugirió, que  podemos ir a Dios, en los momentos de crisis, porque Él  siempre se interesa en nosotros, y durante toda la historia, incluso ha creado provisión para proteger a sus hijos;  en esos tiempos, y lo hizo mediante tres modelos: El patriarcal, el nacional y el eclesiástico, este último instituido por Cristo.
La idea básica de este sermón, era proyectar a la iglesia como el lugar más seguro para estar. ¿Pero realmente es el lugar más seguro y  un refugio ante la crisis? Esta pregunta me da ocasión para, meditar y redefinir que es la iglesia, y aún mas, evaluar el tipo de iglesia que tenemos hoy en día.

¿Qué es la iglesia?
Con gran tristeza reconozco que hay algunos errores que tenemos en el concepto de Iglesia y sobresalen dos particularmente: 1. Le llamamos Iglesia al edificio. “Vamos a la iglesia”,-lo he oído muchas veces-. Es claro que no los es. 2. Llamar Iglesia a una denominación (desde el punto de vista bíblico nunca se llama iglesia a una denominación, Jesús nunca mando a hacer una denominación) las denominaciones observan a los que no tienen su misma creencia como enemigo.

No comencé por definir  el término griego iglesia ekkelsia, (un llamado a una reunión), ya que esta expresión se usaba comúnmente para designar cualquier asamblea. Es el empleo de descripciones metafóricas de la iglesia, las que ilumina aún más su naturaleza; como por ejemplo: la novia, el cuerpo de Cristo, la Jerusalén de arriba y la familia (koinonia [koinonia]).[1] 

Su uso se amplió, evidentemente en el Nuevo Testamento y la expresión aparece 71 veces de las cuales 41 veces la utiliza Pablo. Eso implica que el desarrolla  la teología de la iglesia. Pablo utiliza la palabra OIKOS, (oikos)  puede significar, casa, pero en el entendido griego el oikos es una familia. Y ¿Qué características tiene una familia? Comparten el mismo techo, comparten cosas en común, tienen elementos en común. Las familias siguen siendo familias a pesar de que existan diferentes formas de pensamiento. Así que cuando Pablo utiliza la palabra oikos ; es una metáfora que todos podemos entender, respecto a la iglesia.

Las “iglesias” o “templos”
Expuesto lo anterior, en nuestro contexto es muy común el afán  de extrapolar, entre la iglesia y el templo. Esto para tener la postura de Jesús en relación a las “cosas santas”. Lo más serio es que el templo no tiene analogía con la “iglesia actual”. Sostener ese concepto es introducir en todo análisis una diacronía que puede confundir.

Incluso el mismo concepto “iglesia” que se maneja en nuestro actual momento histórico no son de origen bíblico, tal como han demostrado numerosos escritores, teólogos, historiadores y arqueólogos. Por ejemplo, no hay ninguna referencia bíblica que inste al pueblo cristiano a “construir templos”, ni a tener una “liturgia de templo”. La tradición de templos e iglesias es algo muy posterior. Se puede rastrear al siglo VI d.C. y bajo la influencia del paganismo.[2]


Lo que hoy conocemos como “lugares de oración” y que muchas veces llamamos iglesia, son simplemente una idea surgida en la mente de un pagano Constantino, que  hemos pretendido “arreglar”, pero filosóficamente no corresponden al contexto bíblico.

En realidad la Biblia menciona solo dos templos: 1. El de Jerusalén que fue destruido y que representaba a Jesucristo. 2. A los creyentes que son templos del Espíritu Santo. Con singular atino Miguel A. Núñez comenta: "No necesitamos una "casa de oración" para adorar a un Dios omnipresente, si lugares de reunión para que se reúnan "los templos del Espíritu Santo" a dar testimonio, apoyarse mutuamente y encontrar comunión no sólo con Dios (eso se puede hacer en cualquier lugar), sino especialmente unos con otros".

Lo que sí es  muy evidente, es que en tiempos de Jesús, los “líderes religiosos”, solo mantenían las formas frías  de las ceremonias; todo se había reducido solamente a rituales religiosos, interpretaciones humanas de tradiciones en torno a la Escritura. Convirtiéndose así , en una degeneración del propósito original.

Antes de apuntar con el dedo a aquellos sacerdotes, levitas, y fariseos; y de sentirnos muy justos en criticar el Judaísmo, evaluemos nuestro cristianismo. ¿Cree sinceramente  que el Judaísmo fue la única religión que al pasar el tiempo se degeneró en costumbres y prácticas lejos del propósito y diseño original de Dios? ¿Hoy que tipo de iglesia tenemos? Si Jesús apareciera hoy, ¿a qué iglesia se uniría? ¿Se sentiría complacido por lo atentos y amables que somos unos con otros y de cómo nos cuidamos, amamos y nos guardamos las espaldas?

Tristemente hemos creído que los hábitos de iglesia son equivalentes a fe cristiana. Hoy en día las iglesias han reducido la fe a horas y lugares, ceremonias y tradiciones, y la mera alteración de esos eventos y prácticas produce pánico. Convirtiendo con todo ello a la iglesia , que pasa de ser un organismo, el Cuerpo de Cristo que busca el Reino de Dios, ha ser una institución, una organización que funciona por las reglas totalmente seculares. Tal vez se pregunte ¿pero qué hay de malo en esto?

Organismo o Institucionalización.
Desde el punto de vista secular nada. Una institución se crea como respuesta a las necesidades, humanas por ejemplo: la escuela y la iglesia; cada una cubre una necesidad;  pero  obviamente estas cambian, al paso del tiempo, porque la sociedad es dinámica; por lo tanto esta institución se ve forzada, paulatinamente a incrementar los procesos estructurados; mediante los cuales las personas llevan a cabo sus actividades y establecer mejores normas y roles, dentro de la organización, como resultado se va efectuando un proceso de institucionalización.

Para poder tratar de dar una explicación, de la institucionalización, sin la pretensión de que sea determinante; puesto que me considero lego en el tema; tomare a manera de ejemplo una empresa familiar. Evidentemente cuando pensamos en empresas familiares, lo primero que se nos viene a la mente son conceptos como tradición, valores, esfuerzo, espíritu emprendedor etc. La realidad es que solo unas cuantas pueden decir que están en la tercera generación. Lo anterior es porque al ir pasando de generación a generación, aumenta el número de familias involucradas y se diseminan los valores e intereses, también se multiplican los conflictos, y si no se cuenta con un proceso que permita majear adecuada y eficientemente se generan problemas, dañando no solo a la empresa sino también a la propia familia. ¿Cómo evitarlo? La manera más eficiente de lograrlo es a través de la implementación del “gobierno corporativo “o institucionalización.

Suena bastante meritorio, pero la realidad es que al ir delegando las responsabilidades, se cae en la mayoría de los casos, en el desinterés e irresponsabilidad por parte de  los “encargados en  los roles administrativos u operativos”. Por ello K.Jones y A J. Fowles, en su libro Ideas on Institucions (Ideas sobre Instituciones, Londres, 1984) mencionan que:

“La institucionalización es el punto final de un proceso que empieza cuando alguien controla la vida de otro más de lo necesario. Las consecuencias del proceso van desde la dependencia excesiva y la perdida de iniciativa, hasta el estado presente en las “instituciones totales” de total apatía y de aislamiento social, y el estado final, en el que la persona no usa su lenguaje ni actúa en su beneficio propio voluntariamente. [3]

Esto se torna grave si miramos al interior de un “organismo”(la iglesia) que pretende prepararse para el encuentro con Cristo, porque involucra especialmente a los ministros y administradores; en los que lamentablemente, se observa la actitud  típica de comportamiento del “rol institucionalizado”, en donde, el individuo se guía por las expectativas del rol, y no por las decisiones personales; es decir  la mentalidad se enfoca en “solo cumplir con los objetivos de la organización”; trasladándolo al ámbito de una empresa;  tendremos al gerente de nivel medio pensando únicamente en su promoción y  como logar resultados, sin importarle como afecta  a sus subordinados. Esto  mismo acontece en una denominación institucionalizada. ¿Terrible verdad?
 .


En tales circunstancias, es muy evidente que el  liderazgo ha perdido la "pasión", para usar los dones para servir a los demás y se ha reducido solamente a títulos y oficinas. En estos términos el  propio discipulado ya no es negarse a sí mismos, madurez y crecimiento sino entrenamientos y seminarios.

La propia visión de la congregación, con respecto ser un cristiano se vuelve distorsionada, ya que pasan de ser impulsados y llenos del poder del Espíritu Santo a tener una simple membrecía en una iglesia. En lugar de la comunión; es decir la relación con una comunidad de creyentes; a  solo pertenecer al grupo de elite dentro de la congregación; en términos más claros: a ser los “amigos del pastor” o ser parten de una sociedad o un grupo cercano a los “dirigentes”.

No es extraño entonces, encontramos con iglesias “frías”(como los dirigentes mismos las llaman), sin saber que los propios "ministros y administradores", contribuyen a esa frialdad. Suena muy  incongruente que cuando visitan a una congregación exhorten a “adorar con gozo”; si la adoración ha cesado, es porque ha dejado de ser un encuentro con Dios y se ha convertido en una simple reunión religiosa en la mañana o en la tarde, (como mejor convenga) y el otrora estudio Bíblico ha degenerado de retador y estimulante, a  simplemente escuchar lecciones; basta estar en un famoso repaso de Escuela Sabática, para darse cuenta del grado de ignorancia y apatía. En síntesis gran parte de los cristianos se han convertido, en observadores y consumidores de religión en vez de imitadores sometidos a Jesucristo.

Creo profundamente que los “autonombrados dirigentes” (administradores) se olvidan que los seres humanos imitamos y modelamos, a lo largo de nuestra vida patrones de conducta, por lo tanto, es apropiado lo que dice Pablo a los Gálatas: 
“El que recibe instrucción en la palabra de Dios, comparta todo lo bueno con quien le enseña. No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra" (6:6-7 NVI)

Propuesta de solución
Siempre es mejor prevenir la institucionalización que invertirla. El objetivo de aquellos que trabajan en un entorno institucional debería ser reducir su poder, y fomentar la independencia y libre albedrío de las personas, llámense en este caso pastores de distrito o miembros de una congregación; así como su contacto con el "mundo" exterior y la experiencia del mismo.

Superar la institucionalización no radica solo en técnicas especiales, sino en mantener  principalmente cuatro aspectos:

1. Una filosofía de la asistencia positiva. Esto se expresa en términos profesionales seculares, como: promover la participación máxima y no restringir el libre pensamiento; en términos cristianos buscar una vida más abundante. (Juan 10:10)

2. Tener una relación real y vivificante. Nadie nace amando, es mediante la relación donde se fomenta y crece. Juan 10:3. 

3. Delegar con responsabilidad y permitir la retroalimentación sana. Esto en el entendido que la más alta autoridad después de Dios entre "los miembros de la IASD" se encuentra en la voluntad del cuerpo; es decir las juntas locales. 


4. Siempre se debe recordar que el principal poder de la iglesia reside en su misma constitución; Cristo su fundamento y el cuerpo somos todos los creyentes no hay lugar para cacicazgos.

Es necesario decir que en la Biblia no aparece ningún caso de lo que hoy llamaríamos institucionalización. La iglesia no es una institución humana, puesto que su origen es divino y está fundada en Cristo, por lo tanto es un organismo (entendiéndose este como cuerpo creyentes).Desafortunadamente son muchas las denominaciones cristianas que han caído en este proceso de institucionalización llevándolas al fracaso.

Conclusión.
En aquel sermón recuerdo, que  al final se relató una anécdota que decía más o menos lo siguiente: 


“Cuando se visita Jerusalén, en cada lugar histórico de la vida de Jesús han levantado una iglesia. Un visitante ante esto, se quejó al guía diciendo: “¡Esas iglesias me impiden ver lo que he venido a ver!”. 

En verdad las iglesias son malas cuando se interponen, se ponen en el medio, cuando la gente trata de ver a Jesús. Muchas veces oscurecemos en vez de iluminar por nuestras divisiones, hipocresías, y en la actitud arrogante del status o posición dentro de la “institución”.

Siempre será  necesario un lugar especial de refugio y asistencia, pero solo será un lugar seguro cuando se entienda que una persona es vulnerable, y sea considerada como  creada a la misma imagen de Dios. 


La iglesia será el mejor lugar del mundo cuando: Se apoye en lugar de acusar, se edifique en lugar de destruir, cuando se promuevan relaciones no entre jerarquías, sino entre hermanos. La fe que el mundo necesita urgentemente ver en la iglesia es la de relaciones, no la fe de institución.

La pregunta de fondo es ¿qué clase de iglesia queremos tener, una que hace la paz con el “status quo” y es políticamente correcta?  ¿O una que cumpla la misión de ser el instrumento de Dios, para restaurar?

Referencias

[1] Creencias der los Adventistas del Séptimo día (Publicaciones Interamericanas: Nampa, Idaho, 2006), 16-18.
[2] Citado por el Dr. Miguel A. Núñez en  http://himnovasion.blogspot.com/2012/03/analisis-critico-al-articulo-los.html. Tal como han demostrado Frank Viola y George Barna en su libro Pagan Christianity?: Exploring the Roots of our Church Practices (Carol Stream, IL.: Tyndale House, 2008).
[3] Citado: Diccionario de ética cristiana y teología pastoral  David John Atkinson,David H. Field,Oliver O'Donovan,Arthur Holmes Editorial CLIE TERRASA Barcelona España. trad Daniel Menezo 2004)703.

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