miércoles, 1 de febrero de 2012

AUSENCIA PASTORAL

Por: Raúl Mondragón P.


A modo de aclaración.
Sin afán de descalificación o de emitir epítetos a tan noble labor; como lo es el pastorado, solo trato de realizar un sumario a manera de reflexión, de lo que desde mi subjetiva cosmovisión cristiana, debe ser el trabajo pastoral y con ello intentar ofrecer una explicación del porque hay este ausentismo en las congregaciones adventistas.

¿Por qué hay tanta ausencia pastoral, en las congregaciones?, y me refiero en el estricto sentido de la palabra; no a un abandono físico, porque de este, se entiende o supone que es suscitado por la extensión del campo o distrito asignado. Para ser honesto, hasta este momento no tengo una respuesta absoluta o cuando menos convincente en este aspecto, fuera de cualquier prejuicio o especulación.




He notado que esto, muy posiblemente tenga que ver con el concepto que tenemos de pastor. Algunos miembros de iglesia ven en la figura del “ungido de Dios”, una especie de intercesor, que está más cerca de Dios, un ungido, y esto se exacerba comprendiendo que la mayoría tenemos un trasfondo católico, en donde no miramos un hombre con un ministerio, sino un sacerdote vicario, capaz de absolver pecados (pastor ore por mí-lo he escuchado muchas veces). Poniéndole en un nivel superior al resto de la hermandad (me suena a clero y laicos).

Evidentemente esto genera una dependencia enorme por parte de la iglesia de un pastor. Necesitamos entender como lo dice Miguel Angel Núñez que:

“La iglesia es una sociedad que no se divide por categorizaciones o jerarquías, como algunos equivocadamente plantean. La organización eclesiástica está formada por personas que se ayudan mutuamente en función de los dones recibidos. No hay lugar para caudillismos en la iglesia. Uno de esos carismas es el pastorado. Todos en la iglesia, incluyendo los pastores, necesitan de un pastor en sus vidas”.
Derivado de lo anterior comprenderemos que: Los pastores no deben ser el centro de la Misión (pastor-céntricos). Cuando eso ocurre, entonces, el ministerio pierde sentido. Tal vez ese sea el problema por el cual no avanzamos más. Cuando el ministerio se hace auto- referente y se pierde de vista al único Pastor, a Jesucristo, entonces, institucionalizamos el ministerio, y ese es un modo de asesinar la Misión. Es una forma de volver a la vieja discusión de los apóstoles: "¿Quién es el primero?". En el ministerio no hay lugar para primeros, todos somos privilegiados de participar en algo glorioso, y ya eso debería bastar.[1]


El trabajo pastoral.


Resulta de vital importancia, saber cuál es el trabajo de un pastor, para con ello contestar entonces, el porqué del ausentismo en las congregaciones.
Un ministerio completo consiste básicamente en tres aspectos:

1. La proclamación de la palabra (Kerigma)
2. El servicio cristiano (Diakonia)
3. El compañerismo (koinonia)
(evidentemente, esto se refleja en otras áreas, como la didáctica, litúrgica, apologética, administrativa, etc).


La salud espiritual de la iglesia debe estar basada en la Biblia.
En el orden sugerido anteriormente, comencemos por la proclamación. Su función es la de nutrir al pueblo de Dios, lo que implica buscar un alimento que permita una nutrición espiritual balanceada.

Este deberá ser acorde a las necesidades nutricionales de la “oveja” y no en lo que el pastor cree que necesitan. En otras palabras, la iglesia necesita estar preparada para vivir en la actual sociedad, para solventar los problemas que le aquejan, para enfrentar los retos que se le presentan, para discernir los tiempos, para ser luz del o para el mundo, sal de los valores de la tierra en la tierra, levadura en la masa de la sociedad, para así contribuir a la construcción de una sociedad más justa, fraterna, participativa y pacífica. La iglesia necesita estar preparada para vivir en medio de esta sociedad “el mundo” (Juan 17:15).

Aquí cabe notar que por muchos años se ha enseñado a la iglesia cómo será su vida en la patria celestial, y se ha ignorado el tiempo presente; eso es bueno, pero irresponsable al mismo tiempo, ya que se introduce una teología de “escapismo” y de angustia por otro lado. Después de todo, de que vale predicar del tiempo de angustia, sino ayudamos con la angustia de los necesitados en el presente. La verdadera crisis se haya en las familias desintegradas y disfuncionales, con padres emocionalmente ausentes y llenos de fanatismo religioso.

Debe insistirse que en todas las predicaciones, deberán estar incluidos todos aquellos aspectos que ayuden con la alimentación, el cuidado y la misión de la iglesia, de cara a la realidad. Por lo tanto debe ser eminentemente bíblica y no particular, por lo que debe emanar del texto bíblico y no de su vida personal (llámese: “esposita”, hijos y colegas, entiendo que son validas las ilustraciones, pero no que estos sean el tema).

En este punto hay claro ausentismo y carencia en nuestras congregaciones. Son raros esos eventos (predicaciones) en un contexto, donde muchos predicadores se caracterizan por la  falta de profundidad en lo que dicen, cayendo la repetición vacía de contenido, frases hechas y trilladas,conceptos tomados fuera de contexto, el emocionalismo (aun con gimoteo), el regaño colectivo, los gritos; y así sucesivamente, pasando por los “cuenta chistes y los cantantes”. Por otro lado, lamentablemente muchos “pseudo-pastores” piensan, que su trabajo consiste únicamente en predicar los sábados y dar uno que otro seminario (el cual ni siquiera es de ellos ). La salud espiritual de la iglesia debe estar basada en la Biblia y no en “el sentir” del pastor.

El fruto del amor es el servicio.
“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.

De esta extraordinaria frase de la Madre Teresa de Calcuta he tomado el título de esta sección.

Aun no encuentro como definir este asunto, siendo que el servicio, es la misma esencia del cristianismo, es lo que menos encuentro en la gran mayoría de los “ministros”, y si no existe este, siendo fieles a la cita mencionada, entonces no hay amor, ni mucho menos paz.

Lo que encuentro en lugar de siervos, son verdaderos dictadores, con ideas de “malos gerentes”, antipáticos y prepotentes. En la mayoría prevalece un aire de autoritarismo, que incluso se ofenden, cuando algún miembro despistado, ignorando el protocolo le llama simplemente: “hermano”, en lugar de “Pastor X”. Y es que ante el afán del plataformismo y “poder”, sucumben hasta los más modestos, de esos que piensan que por el hecho de llevar corbata y la Biblia bajo el brazo son: pastores u otros más osados “teólogos” En realidad son ignorantes, porque olvidan que el pastorado es un don y hay que discernirlo como tal.

Como en todo hay excepciones, existen también esos hombres emblemáticos, esos que caminan grandes distancias a pie, bajo la inclemencia del clima, y escabrosos caminos, tan solo para visitar y dar esperanza a una familia o individuo, en el rincón más humilde y apartado. Esos que traen consuelo y restauración al pecador, que son amigos, consejeros que nunca andan “espiritualizándolo todo”; sino que entienden que el ser humano es integral, y no se creen "todólogos".

Claro ahora ya no hay necesidad, porque el pastor debe traer automóvil, (sino que clase de pastor seria)- suena ridículo pero he conocido quien no visita porque no lo tiene-; De estos que dan solución (aparente) a los problemas de todo tipo, “tirando versículos” (fuera de contexto) y mandando a la gente a “leer la Biblia y a orar”; -y ¿cómo no saberlo todo, después de todo estudio a lo menos cinco años teología?-, suena irracional, pero esa es la actitud de una gran mayoría. Estamos ante es una de las mayores ausencias, no hay siervos, solo hay pseudo-políticos y pseudo-administradores.

La visitación es un factor que cada vez es menos atendido.
En primer lugar se debe considerar que el trabajo pastoral se enfoca en la persona con el fin de ayudar a su desarrollo espiritual, emocional y físico; es decir integralmente. Sin embargo esto no quiere decir que el pastor se acomode al gusto o los caprichos de las personas. Solo implica que tiene que conocer a las personas de su feligresía; y hasta el momento no hay otra mejor forma que; visitarlos en sus casas (resulta obvio).

Es algo indispensable para todo pastor, tomar en cuenta el contexto en el que se está desarrollando, así como los aspectos culturales, sociales y religiosos que, de una u otra manera, podrían influir en su labor; ya que este trabajo no será eficiente si no se toman en cuenta las necesidades humanas de las personas con las que se tiene relación o a quienes se está dirigiendo, sean profesionales, comerciantes, políticos, etc.

Werner Vimister dice que: “Los adventistas han realizado un gran trabajo con respecto a los dos primeros pilares de la misión (proclamación y servicio), sin embargo, dan muy poca atención al tercer pilar, el del compañerismo, para un ministerio verdaderamente bíblico y completo”.[2]

Este compañerismo se logra solamente estableciendo relaciones interpersonales; y que mejor manera de hacerlo que en la intimidad del hogar de la “oveja”.

Es en el marco de la visitación donde se debe introducir el discipulado, es decir experimentar un cambio de actitud por medio de la Palabra y la vivencia de ella. No es en el pulpito donde se muestra esto, creer esto es tan absurdo como no visitar a todos los miembros de su congregación. Lamentablemente la visitación es un factor que cada vez es menos atendido.

Conclusión
En definitiva hay ausentismo porqué nos hemos conformado con hombres que aunque respetamos, tienen muchas limitaciones, y encima de eso son arrogantes y tercos; sobre todo en el ministerio.
Ya que conocemos sus funciones evaluémoslo, después de todo ¿Quién evalúa al pastor? La respuesta es sencilla usted. Piense ¿Cuáles serán sus aspiraciones? Las del modelo de” pastorado institucionalizado” o las de Jesús “el único pastor”.

Llenemos esa ausencia. Dependamos menos de la figura institucionalizada del pastor. Recuerde todos hemos sido llamados a la misión de redimir un pueblo para el regreso de Jesucristo. El pastor no es mejor que usted o que yo, así de simple, no hay diferencias. En el ministerio no hay lugar para primeros, todos somos privilegiados de participar en algo glorioso, y ya eso debería bastar. Piense en los dones que el Señor le ha otorgado. Sé que esto no es “políticamente correcto” pero hace tiempo no lo soy.

Concluyo con el siguiente pensamiento del Dr. Miguel A. Nuñez:

"El pastorado es un don, pero no es superior a otros dones que la Biblia presenta. No hay jerarquización de dones en la Biblia, todos tienen el mismo rango, todos al servicio del cuerpo de Cristo, sin distinción y sin creer que un don es más consagrado que otros, de hecho, en ninguna parte de la Escritura se señala una idea así, sólo en escritos medievales donde se introduce la jerarquización pastoral".[3]






Referencias:
[1]http://alpasarlashoras.blogspot.com/ buscar Pastor
[2]
[3]http://alpasarlashoras.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario