Me crié en un hogar, que profesaba el catolicismo, así que de manera irregular
asistíamos a la iglesia, especialmente a la “misa”. Aparte de ese sentimiento
de tedio que casi a todo niño le produce estar sentado durante más de 15
minutos, guardando silencio; lo más relevante para mí eran las figuras de los
“santos”, que en realidad me aterraban.
Todavía recuerdo esas figuras de tamaño natural o superiores
a un metro; que con sus expresiones de dolor y sufrimiento mantenían siempre en
mí un estado de alerta, porque parecían cobrar vida, y en cualquier momento
bajarían de su pedestal. Me moviera a donde me moviera, no podía apartar su
mirada de mí, no podía escapar, ¡solo a
mí se me ocurría meterme en el cubil del bien!
En esos momentos, sinceramente creía que las advertencias de
mi madre y abuela, se hacían realidad, y en mi mente resonaban sus fatídicas
palabras: “¡Dios te está viendo y si no te portas bien te castigara!”. Así que
(imaginaba) todo lo que ocurría, era el cumplimiento... y Dios estaba enviando
a sus emisarios “los santos” a vigilarme y darme mi merecido por portarme mal.
¿Quiénes son esos
Santos?
Evidentemente ahora entiendo que en nuestro medio cristiano
(adventista), la palabra “santo”, tiene el sentido de “apartar”; y que la idea
de “santos”, es un grupo de gente apartada para el Señor y Su reino. Y
comprendo que Bíblicamente hablando, los “santos” son el cuerpo de Cristo, los
cristianos, la iglesia; es decir que todo cristiano es considerado santo. (1
Corintios 1:2).
Sin embargo hoy con el pasar de los años, también dentro del movimiento adventista
cristiano, toda esta imaginación infantil y gran temor, se transforma por
tristeza, en una realidad; porque existen "otros santos", aunque ya no son de yeso o madera, me siguen
aterrorizando. Y cual emisarios, siguen con
gestos de amargura y tristeza,( porque algunos creen que entre más cara
de sufrimiento ponen, mas espirituales y santos se vuelven) también bajan de su
pedestal de legalismo, para reprender a cualquiera que ose manifestar, que solo
la gracia y la dependencia por fe en Cristo Jesús bastan para la salvación.
Son aquellos que supervisan que todos cumplan la reglas y
normas cristianas; vigilan quien se porta bien y quien mal; quien escucha la
música que a Dios le agrada (según ellos) y quien no; quien participa en la
“obra misionera” y quien no, etc. Generalmente viven amargados y
autoevaluándose, preocupados por el que dirán y son quisquillosos e
intolerantes, como un ejemplo vivo de fariseos modernos. Son los que por medio del
esfuerzo buscan merecer la salvación y mejorar su carácter. [1] Se proclaman
portavoces de Dios y son fervientes defensores de la verdad, y han decidido
vivir bajo la teología del
perfecionismo.
El Perfecionismo.
En realidad no es nada nuevo, el perfeccionismo ha sido un
problema para la fe cristiana a través de los siglos. Durante los primeros
siglos del cristianismo hubo grupos de cristianos que se retiraban a lugares
desérticos y apartados, con el propósito de evitar la contaminación del mundo.
Allí construyeron conventos donde practicaban ayunos rigurosos para mortificar
las inclinaciones del cuerpo. Tenían la reputación de ser “santos”, y buscaban
la perfección para ser dignos de entrar en el cielo.
También en las filas adventistas se ha asomado el
perfeccionismo, han surgido grupos que enseñan que es necesario vivir sin
pecado en este mundo para poder aspirar al cielo. Pretenden apoyarse en las
Escrituras y en el ejemplo personal de Jesús. Nos recuerdan que sin “la
santidad (...) nadie verá al Señor” (Heb 12: 14). Citan las palabras del Señor
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mat. 5:
48).
Pero ¿De qué está hablando Jesús en este versículo? En
principio la palabra griega usada ahí,
es τελειο que significa: Alcanzar
madurez o completo [2]. Tendríamos entonces una tradución como esta: “Por tanto, sean completos...
Aunque muchas Biblias han traducido "perfecto"; la misma palabra en otros pasajes
paralelos, como en 1Corintios 14:20,
(RV60); Filipenses 3:15, Colosenses 4:12,
y aún en Santiago 1:4; 3:2 ( versión aramea Peshita), se traduce como
"maduros". [3]
En segundo lugar; la idea original, supone un fin o meta.
Sin embargo en el contexto inmediato, esta frase, es la conclusión del Sermón del Monte; en donde existen
declaraciones tales como: “Oíste que fue dicho (…) pero yo os digo”; reiterativamente (Mateo
5:21-44); es decir en esta fórmula, se
percibe una exhortación de ir más allá de lo conocido (teoría) e ir a la praxis
(practico). Es una invitación a “hacer lo que Dios es capaz de hacer”. Un
ejemplo de esto, lo encontramos, incluso en la invitación que Jesús le hace al joven rico, en donde se
emplea la palabra “τελειο” : “ Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
ven y sígueme”. (Mateo 19:21)
Por último la palabra τελειο , está en futuro, y habla de “llegar a ser completo” (promesa).
No es un imperativo. Por lo tanto no es un mandato a dejar de ser pecadores; si
no a triunfar; porque cada promesa y mandato es una habilitación. Tampoco en
ser “perfecto” en el sentido del absoluto de Dios; porque esto obviamente es
imposible. (Job 11:7-9).
Sed Perfectos
También, esta teología se apoya en las palabras de Elena G
White:
“Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido
en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos” [4]
En este pensamiento hay algo interesante,porque esta casi al final del capítulo, que justamente se titula, “El desarrollo de la
vida”, en otras palabras “El crecimiento cristiano” y destaca elementos básicos
en este desarrollo y lo ilustra con las respuestas que suscito "La
parábola del Sembrador" (Marcos 4:
26 al
29). Se pueden destacar los siguientes principios:
1. Al depender constantemente de Cristo como nuestro
Salvador personal, creceremos en él.
2. El cristiano está en el mundo como representante de
Cristo, para la salvación de otras almas. A medida que recibimos el Espíritu de
Cristo - el espíritu de amor
desinteresado y de trabajo por otros -, iremos creciendo y dando frutos.
(Gálatas 5: 22, 23 ). Las palabras del
Dr. Miguel Angel Núñez resumen esta idea extraordinariamente:
“La perfección solamente puede entenderse bien desde el
punto de vista del amor, que es la manera de ser de Dios. De lo contrario,
resulta un ideal de virtud”.[5]
3. La santificación es la obra de toda la vida. Al ser parte
del proceso de la salvación, depende de Dios, no de nosotros, no estamos solos.
(Filp. 1:6)
Conclusión
Estos santos que me asustan, no han entendido que la
santidad bíblica y la perfección no significan perfección absoluta, sino
“crecimiento cristiano”; y en la vida cristiana nunca nos graduamos. Siempre
estamos en crecimiento. Es un desafío a que avancemos y crezcamos; “copiando” o
imitando a Jesús el modelo (encarnado), al cual nunca igualaremos. Considero que
por la eternidad será nuestro modelo y
nunca llegaremos a igualarlo, pensar que si lo haremos nos convertiría en
Dioses.
Los cristianos son santos, en virtud de su unión con
Jesucristo. Son llamados a ser santos, para que permitan que paulatinamente su
vida se ajuste cada vez más a su posición en Cristo; el carácter de Cristo que
se requiere, es su bondad hacia el necesitado y doliente. No requiere esfuerzo,
sino confianza y dependencia en lo que Cristo hace.
Fotografías: Gerardo Gutierrez Hernandez
Referencias y Bibliografía
[1] Hay tres referencias que aluden al carácter de los
santos; (Romanos 16:2) “(Efesios 4:12) “(Efesios 5:3).
[2] Diccionario Strong.
[3]La misma palabra aparece unas 20 veces en el Nuevo
Testamento. En algunos pasajes la palabra “perfeto o τελειοs.
[4] Elena G. de White, Palabras de Vida del Gran Maestro,
Asociasión Publicadora Interamericana, Miami, FL, 1989,47
[5] http://users.bible.org/blogs/miguelanp/crecer_en_cristo
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